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Discos que deberías conocer: Degeneration Street, The Dears

Si el álbum The Suburbs de Arcade Fire tuviera una contraparte, seguramente sería Degeneration Street de The Dears. Originarias ambas de Montreal, las dos bandas ofrecen en sus más recientes obras la suficiente profundidad, intensidad y fuego como para incendiar a su ciudad y hacerla renacer de sus cenizas.

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Después de pasar por una crisis que estuvo a punto de deshacer al grupo, los Dears regresaron en plenitud de forma creativa, liderados como siempre por su peculiar front man, Murray Lightburn, y su melodramático estilo (más melodramático aun que el de de Win Butler de Arcade Fire, si ello es posible). Siempre con su esposa Natalia Yanchak al lado y luego del depresivo pero estupendo disco que fue Missiles (2008), grabado casi por ellos dos solos, Lightburn pudo recomponer a la agrupación, limar asperezas con algunos de los miembros originales (como el excelente guitarrista Patrick Krief) y regresar a las magníficas formas del No Cities Left (2003). Degeneration Street es un trabajo impresionante de principio a fin. Desde su impactante inicio con “Omega Dog”, sabemos que estamos ante algo grande (¿o grandioso?). El tema es seductor, irresistible, y avanza en un crescendo que atrapa desde las primeras notas. Luego aparece el vértigo con “5 Chords” y su delicioso power pop que da paso a la sacudidora “Blood” que musicalmente es una especie de anti “… Baby One More Time” (sí, la misma que cantaba Britney Spears).

“Thrones” tiene mucho del espíritu del mejor Pulp (de pronto, la voz de Lightburn podría hasta confundirse con la de Jarvis Cocker), en tanto que la trilogía conformada por “Lamentations” y “Galactic Tides”, con el puente instrumental que constituye “Torches”, es como una mini-suite llena de dramatismo, ternura, angustia, cantos bowieanos, guitarras abrasadoras, coros femeninos que remiten al Pink Floyd de The Dark Side of the Moon y órganos y progresiones armónicas que nos hacen pensar en el Procol Harum de Shine on Brightly.

En la segunda parte del disco, el ambiente salta de pronto hacia “Yesteryear”, un rock pop hasta divertido (si es que puede haber algo a lo que llamemos divertido en la música de The Dears), muy en la vena de los Strokes, que continúa con el tenso y duro rock a la new wave de “Stick with Me Kid” y la semi acústica y crecientemente exultante “Tiny Man”.

Impecablemente producido por Tony Hoffer (Beck, Belle & Sebastian), Degeneration Street culmina con cuatro canciones sin desperdicio. “Easy Suffering” posee un sonido sesentero (guitarra Rickenbaker incluida, en la vena de The Byrds o The Turtles) que la hace entrañable. “Unsung” resulta perfectamente conmovedora y llena de cambios en las armonías vocales (alguien ha dicho por ahí que parece un tema compuesto por Radiohead en su era In Rainbows). “1854” tiene algo del estilo épico-folkie de The Decemberists. Es como un himno exultante y lo más aproximado al optimismo que podemos escuchar a lo largo del disco. “Degeneration Street" cierra el álbum con una letra que borra cualquier atisbo optimista que haya podido dejarnos el tema anterior. “Escuché que no hay descanso para los débiles / Así que no podré dormir cuando esté muerto”, canta sombrío Lightburn (vaya apellido) en ella, con el marco de una música tristísima pero de una hermosura infernal. El trabajo aquí de la guitarra de Patrick Krief haría las delicias de alguien como José Manuel Aguilera de La Barranca.

Degeneration Street es una obra magnífica, plena de riqueza musical y letrística, muy posiblemente el mejor trabajo discográfico hasta la fecha de esta banda canadiense que exige un lugar al lado de los grandes.

Publicado 28th December 2011 por Hugo García Michel

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